¿Qué es la propiocepción?
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La propiocepción es la sensación de conocer la posición relativa de su cuerpo en el espacio. A menudo, nos referimos a nuestro sexto sentido, la propiocepción nos permite movernos y navegar por los entornos, ya que inherentemente "sabemos" dónde se encuentran nuestros miembros, peso y centro de gravedad en cualquier momento.
La propiocepción es una respuesta neurológica y fisiológica coordinada facilitada por nervios especializados conocidos como propioceptores. Estos son los receptores sensoriales situados en las terminaciones nerviosas del oído interno, músculos, piel, articulaciones, tendones y otros tejidos. Transmiten información sobre la posición espacial de nuestro cuerpo al cerebro, cuyas señales se traducen en movimientos grandes y sutiles.
Gracias a la propiocepción, podemos movernos sin consciencia. Centrándonos en donde estamos en el espacio. Sin eso, no seríamos para escribir, bailar, saltar la cuerda o conducir una bicicleta o un automóvil.
Biología de la propiocepción
La propiocepción es la capacidad de moverse a través de un espacio sin la necesidad de ver o sentir cada aspecto de ese movimiento.
Los propioceptores implican tanto exteroceptores (los estímulos sensoriales que se originan en el exterior del cuerpo, incluidos el dolor, el tacto, la vibración, la temperatura y el sonido) y mecanorreceptores (que responden a estímulos externos como el tacto, la presión y la vibración). Juntos, transmiten millones de señales al cerebro que dirigen no solo nuestros movimientos, sino también muchos de nuestros reflejos.
La propiocepción también se basa en una respuesta coordinada tanto del oído interno (que es fundamental para el equilibrio, el movimiento y la orientación) como de los músculos (que dirigen nuestra postura y movimientos).
Por su parte, el oído interno. Contiene estructuras, que incluyen el laberinto no auditivo y el órgano vestibular, que son sensibles a la aceleración, rotación y orientación en un campo gravitatorio.
Los propioceptores del cuerpo se encuentran principalmente en los músculos, tendones y piel. Entre ellos:
- Husos musculares, también conocidos como receptores de estiramiento, son sensibles a los cambios en la longitud muscular. Éstos le permiten saber cuándo y cuánto estirar las piernas mientras camina o los brazos cuando alcanza.
- Órganos del tendón de Golgi, que se encuentran en los tendones, son sensibles a los cambios en la tensión muscular. Perciben cuánta tensión ejerce un músculo y lo que se necesita para realizar un movimiento con la cantidad adecuada de energía.
- Corpúsculos pacinianos están situadas en la piel y son responsables de detectar cambios en la presión que el cuerpo lee como textura, temperatura y otras sensaciones.
Propiocepción y reflejos
Además de proporcionar información sobre el movimiento y la posición, los propioceptores pueden desencadenar ciertas respuestas protectoras, como el reflejo de estiramiento. Este es el reflejo en el que un músculo hiperextendido se retrae automáticamente para protegerse.
También hay arcos reflejos en los que un movimiento compensará a otro para evitar lesiones.
Un ejemplo es pisar algo afilado como un clavo o un trozo de vidrio. Mientras que el reflejo del dolor hará que el pie lesionado se aleje, el cuerpo contrarrestará cambiando el centro de gravedad hacia el otro pie mientras estabiliza su posición con los brazos.La reacción compleja a veces se denomina arco reflejo de la antigravedad humana.
Mejora tu propiocepción
Si bien los ojos y los oídos también contribuyen al movimiento y al equilibrio, esos sentidos no se consideran componentes de la propiocepción, ya que no es necesario que estén necesariamente orientados en el espacio.
Dicho esto, diferentes personas tienen diferentes niveles de propiocepción de la misma manera que algunas personas tienen una mejor coordinación ojo-mano.
Un ejemplo es pararse sobre un pie con los ojos cerrados. Algunas personas pueden hacer esto sin impedimentos; otros caen de inmediato. La edad, las lesiones, los problemas del oído interno, el alcohol o una respuesta neurológica disminuida son solo algunas de las razones por las que la propiocepción puede verse comprometida.
Dicho esto, el hecho de poder practicar y aprender a pararse sobre un pie con los ojos cerrados sugiere que la propiocepción puede mejorarse. Lo mismo se aplica a cualquier actividad para la que pueda estar menos coordinado, como atrapar una pelota o jugar al tenis. Con la práctica, su cuerpo puede adaptar y expandir su respuesta propioceptiva a tareas específicas.
Ciertas prácticas pueden ayudar a agudizar la propiocepción. Entre ellos:
- Técnica de Alexander es una práctica diseñada para volver a entrenar los patrones habituales de movimiento y postura mediante la toma de conciencia a través de movimientos conscientes.
- Tai Chi requiere conciencia acerca de su postura y centro de gravedad a medida que pasa lentamente de un movimiento a otro.
- Yoga También se basa en el equilibrio y la conciencia de su núcleo (conocido como "bandas") que le proporcionan su centro de equilibrio.
Otras prácticas como el malabarismo y la holgura (caminar sobre una cuerda floja floja) pueden afinar con precisión la propiocepción en un grado extraordinario. Incluso con entrenamientos de gimnasia, una pelota de ejercicios puede mejorar la propiocepción al obligarte a reajustar constantemente tu posición para realizar ejercicios que generalmente se realizan en una posición estable.
Los ejercicios propioceptivos se utilizan comúnmente para la terapia de rehabilitación, lo que ayuda a volver a aprender cómo controlar la posición de una articulación después de una lesión grave.
Entrenamiento de equilibrio y ejercicios de propiocepción.
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La esclerosis múltiple y la pérdida de propiocepción
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Una visión general de la propiocepción
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